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Miel Entre Hoces
Miel auténtica desde el corazon de las Hoces del Riaza
En el Parque Natural de las Hoces del Río Riaza —en plena comarca del Nordeste de Segovia— nace Miel EntreHoces, una apicultura artesanal comprometida con la naturaleza y las tradiciones locales.
Miel Entre Hoces, quien cuida la miel, cuida el territorio
Detrás de Miel EntreHoces está Jesús de la Hoz, séptima generación de apicultores que continúan una tradición familiar con raíces profundas en el paisaje de Maderuelo, en plena comarca del Nordeste de Segovia. En sus colmenares, ubicados en los alrededores del Parque Natural de las Hoces del Río Riaza, las abejas recolectan néctar de una biodiversidad excepcional: espliego, tomillo, salvia, ajedrea…
Jesús practica una apicultura sostenible, sin trasiego de colmenas y con un proceso respetuoso que no fuerza la producción. Cada tarro de miel es un paisaje embotellado, una muestra del ritmo lento y el cuidado consciente que definen este oficio. Porque detrás de ese dulce hay manos que miman colmenas, oídos atentos a las abejas y un compromiso firme por cuidar un entorno frágil.
Cada tarro de Miel EntreHoces lleva la esencia del Nordeste: respeto, sabor y vínculo con la tierra.
Del panal al paladar
Miel cruda y sin procesar, directamente de colmena al tarro, sin calentar ni filtrar en exceso.
Producto multifloral de bosque, con matices florales propios del ecosistema local.
Producción sostenible y respetuosa con las abejas, sin extracción de panales completos, favoreciendo el equilibrio natural del entorno.
Nuestro compromiso con el territorio
En Miel EntreHoces, la miel no es solo un producto. Es el resultado de cuidar el entorno y hacer las cosas con sentido.
Jesús de la Hoz continúa una tradición familiar que lleva generaciones ligada al paisaje de Maderuelo. Sus colmenas no se mueven de sitio. Están ahí, entre tomillos, salvias y espliegos, en pleno Parque Natural de las Hoces del Río Riaza.
No se fuerza la producción ni se corre detrás del rendimiento. Se recoge lo que la tierra y las abejas quieren dar. Así de simple. Así de valioso.
Porque cuando se trabaja con respeto, el sabor lleva algo más dentro: un modo de estar en el mundo. Y eso, también, se nota en la miel.